octubre 23, 2008

Carta de un hombre muerto

Nacido un 18 de mayo de 1945 en la provincia de Catacaos – Piura, al norte de la ciudad de Lima, trabajador desde los 15 años en la fábrica de calzado de la familia. A la edad de 18 años ya habiendo acabado el colegio va a Lima para continuar con sus estudios universitarios de Administración de Empresas, teniendo que trabajar en las noches en una imprenta para poder pagar el cuarto alquilado en el que vivía en el centro de la ciudad.

Descubre su verdadera pasión por la escritura, decide empezar a escribir pequeños relatos sobre sí mismo y sobre el entorno de una ciudad bohemia.

Acaba la carrera, decide establecer su propia empresa precisamente de calzado que era el tema que mejor manejaba, en ese entonces tras pedir diversos préstamos al banco y tras varias negativas decide pedirle el préstamo a su padre. Viaja a Piura y habla con él, su padre le cede el préstamo y regresa a Lima para empezar con su empresa de calzado.

Al tiempo de haber empezado con los respectivos trámites, se asocia con una mujer de nombre Yolanda que fue su compañera y mejor amiga durante la universidad, juntos deciden continuar con la empresa. Se enamoran y a los 5 años de haberla establecido se casan. La felicidad no duró mucho porque ella tuvo irse a los EE.UU a ver a su madre que estaba muy enferma y que hacía varios años que se fue para tratarse un cáncer.

Ella le dijo que regresaría en un par de semanas.

Al cabo de seis meses él tuvo noticias de ella: Recibió un sobre sellado conteniendo una carta dónde se le citaba a la morgue de Lima para reconocer el cuerpo de una mujer que había sido repatriado. Era el de su esposa, le dijeron que había muerto en un accidente automovilístico. Él no preguntó nada y se marchó.

Al tiempo dejó de administrar la empresa, ésta quebró, el se hundió en la más profunda depresión.

Regresó a vivir a un viejo hotel en el centro de la ciudad y trataba de refugiarse en el alcohol y las drogas. Así pasaron 2 años; él, aislado totalmente de lo que pasaba a su alrededor sólo se dedicaba a beber y a escribir.

Al no tener más dinero empezó a escribir algunos cuentos para tratar de venderlos. Así, poco a poco, pagaba el cuarto de hotel. Se la pasó meses y meses escribiendo sólo con dos consignas: Publicar 100 ejemplares de una novela corta y comprar un arma para tratar de protegerse en la ciudad.

Cuando llegó al monto de dinero que necesitaba publicó los cien ejemplares y los vendió en su totalidad y con las ganancias que le dejó esa venta salió una noche totalmente alcoholizado, compró un revolver, regresó a su habitación, escribió una carta a su esposa muerta y se pegó un tiro en la sien.

Murió el 19 de agosto de 1988 en un cuarto de hotel a la edad de 42 años.